Cuando somos adolescentes soñamos con el momento de crecer, de tener nuestra independencia y de hacer lo que queramos cuándo y cómo queramos.
Lo cierto es que nunca nos alcanzamos a imaginar que salir del hotel mamá es más complicado de lo que uno cree. Uno se da cuenta de esa realidad cuando ya anda dándoselas de adulto independiente.